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Publicamos nuevo estudio junto a economistas de comandos presidenciales y debatimos los desafíos de una Agenda de Cuidados

La crisis de los cuidados se ha agudizado en el último año debido a la pandemia por COVID-19, poniendo en el debate la importancia de construir un modelo de organización social de estas labores que impulse la igualdad de género.

En este camino, el reconocimiento social y económico del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado (TDCNR) constituye la base para avanzar hacia mecanismos sostenibles de reducción y redistribución, que permitan a las mujeres —es decir, a quienes concentran históricamente la mayor carga— lograr la autonomía plena.

Para ComunidadMujer, la conducción de este proceso debe ser liderada por un Estado activo, que proponga una agenda de cuidados integral y contundente, que provea los recursos para invertir en ello y cree la institucionalidad necesaria para implementarla, promoviendo una transformación cultural de corto, mediano y largo plazo.

Con el objetivo de contribuir a este debate, ComunidadMujer publicó el nuevo Estudio “Cuánto aportamos al PIB: Reflexiones y estrategias para reconocer el trabajo de cuidados no remunerado en Chile” -que da continuidad a la investigación presentada por la organización en marzo de 2020-, documento en el que reflexiona y proporciona evidencia internacional sobre un conjunto de iniciativas que buscan reconocer el TDCNR y que han sido viabilizadas en diversos contextos sociales, políticos y económicos.

Estas iniciativas se enmarcan en dos ámbitos de política: la medición y valorización del trabajo de cuidados no remunerado y la protección social. Dentro de esta última, se contempla la renta básica universal, los créditos por cuidados en el sistema de pensiones y las transferencias monetarias para remunerar los cuidados informales/familiares.

El reporte fue presentado en un webinar del que participaron Emilia Brito, del comando de Gabriel Boric; Francisca Pérez, del de Yasna Provoste; y Gabriela Clivio, del de Sebastián Sichel, quienes profundizaron respecto de las propuestas de ComumidadMujer y los planteamientos programáticos de las candidaturas en torno a los temas de cuidado y reactivación económica con enfoque de género.

“Estamos en un momento crucial como país. Por una parte, comienza la discusión de los contenidos de la nueva Constitución. Por las campañas de las candidaturas que llegaron a la Convención, sabemos que el tema del reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados es uno de los deberes que se quiere instalar por parte del Estado. De igual manera, la consagración del principio de corresponsabilidad parental y social, que es clave. Coincide, además, con que una de las maneras más comunes de reconocer el TDCNR es a través del sistema de pensiones de los países”, señaló Alejandra Sepúlveda, presidenta ejecutiva de ComunidadMujer.

Respecto de la pertinencia del estudio, la presidenta del directorio de ComunidadMujer, la académica Alejandra Mizala, agregó: “La manera en la que socialmente estamos organizando los cuidados, depositándolos exclusivamente en las mujeres, es una problemática que nuestra organización lleva años visibilizando y fue palpable para todas y todos cuando tuvimos que convivir encerrados por la pandemia. En todos los hogares la carga de TDCNR creció y el Banco Central replicó nuestro ejercicio para ver cuánto había aumentado el aporte de este trabajo a la economía”.

Recomendaciones de ComunidadMujer
Entre las recomendaciones que plantea el estudio para el reconocimiento del TDCNR en Chile destacan:

  • Consolidar la implementación de encuestas de uso del tiempo periódicas, ya sea en calidad de módulos y/o encuestas independientes.
  • Avanzar en la construcción de una cuenta satélite del trabajo no remunerado, en línea con los compromisos internacionales que Chile ha adquirido en esta materia.
  • Respecto de la renta básica universal, se recomienda explorar formulaciones piloto que no solo se centren en los efectos sobre el mercado laboral, sino también en las implicancias sobre la carga y distribución del trabajo de cuidados no remunerado, y que se diseñen con un enfoque interseccional y redistributivo.
  • Dentro de las iniciativas en los sistemas de pensiones, los créditos jubilatorios por cuidados, que cuentan con extensa trayectoria en países europeos y más recientemente en América Latina, se presentan como una alternativa factible. No obstante, el desafío del siglo XXI es no limitarlos al cuidado infantil, sino también incorporar el cuidado hacia otras personas dependientes, como las adultas mayores.
  • Las transferencias monetarias para remunerar los cuidados informales han surgido como un instrumento para retribuir los cuidados domiciliarios que requieren las personas en situación de dependencia y que suelen ser otorgados de manera gratuita por familiares, mayoritariamente mujeres. En Chile, existen beneficios que podrían asimilarse, pero que aún deben alcanzar un estándar de suficiencia que permita a cuidadoras y cuidadores desarrollar estas labores en un marco de dignidad.

Los planteamientos de las candidaturas presidenciales
Respecto de las miradas de los comandos sobre este tema, Emilia Brito indicó: “Nuestro programa se centra en una ampliación robusta de la infraestructura y la oferta estatal relacionada con los cuidados, para así reducir sustancialmente la carga que recae sobre las familias y poder socializar los costos a través de la articulación de distintas políticas públicas que hoy están desperdigadas”.

Asimismo, Francisca Pérez, expuso que “como plantea el estudio de ComunidadMujer, creemos en la importancia de una compensación previsional que reconozca la contribución que realizan las mujeres en las labores de cuidados de sus familiares. Y también avanzar a un Sistema Nacional de Cuidados, orientado a atender las necesidades de apoyo para personas con discapacidad y mayores de 65 años, cuidado de niñas y niños menores de 14 años y de autocuidado para personas cuidadoras”.

En tanto, Gabriela Clivio comentó: “Proponemos concretamente crear una Red Nacional de cuidadoras y cuidadores, que serán capacitadas y certificadas por el Estado, para relevar esta labor como pilar del desarrollo de la sociedad. Buscamos de esta forma que las labores de cuidado se profesionalicen y puedan ser remuneradas”.

El estudio fue elaborado con el apoyo de Fundación BHP Chile, en el marco de la iniciativa “Red de Educación Digital”, en la que ComunidadMujer participa.