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Carta de Yanira Zuñiga: El mandato de optar

Señor Director:
“No se nace mujer, se llega a serlo”, decía Simone de Beauvoir. Esa frase resume la teoría feminista sobre los roles de género. Esta postula, en general, que lo que significa ser mujer en nuestras sociedades gira en torno a dos ejes fundamentales: la sexualidad procreadora femenina (y las responsabilidades de cuidado que de ella se extraen), y la falta de investidura social o carencia de poder de las mujeres. Ser hombre, en cambio, significa exactamente lo contrario: dominar la sexualidad y el poder; y rehuir el cuidado.
Las palabras del exministro de Salud Jaime Mañalich tienen un significado más allá de los códigos habituales de la disputa entre gobierno y oposición. Están cargadas de un significado generizado. La desconfianza que ellas rezuman no se debe tanto a la excepcional coincidencia de los embarazos de Vallejo y Cariola, sino a un reproche a la decisión de ambas de ser líderes y madres a la vez.
Sus embarazos desafían menos las leyes de la probabilidad que los moldes de la feminidad y de la maternidad ideal.
Hasta hoy, en el imaginario social, las mujeres son consideradas menos dotadas para ejercer el poder político —para ser líderes— que para ser madres. Pueden ser “reinas” en sus hogares, pero no regidoras de los destinos públicos. Por eso, tienen que optar.
El mandato social de optar lo conocen bien todas las mujeres que cotidianamente lo sufren como desaprobaciones, explícitas o veladas, a su decisión de romper o trizar el molde de la maternidad, exclusiva o prioritaria. Ese desafío, a menudo, debe pagar un alto precio: postergar la maternidad o sus carreras profesionales o políticas. Así lo hizo, por ejemplo, Jacinda Ardern —la ex primera ministra de Nueva Zelandia— contra toda expectativa. Camila Vallejo y Karol Cariola han desafiado, entonces, el mandato de optar; y han sido especialmente “provocadoras”. Lo han hecho cuando ocupan posiciones de alta figuración pública.

Carta al Director de Yanira Zúñiga, consejera de ComunidadMujer.

Fuente: El Mercurio