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Empresas: Ellas hacen la diferencia

El estilo de liderazgo que ellas aportan se acerca más al nuevo paradigma de liderazgo al que aspiran las organizaciones hoy. Uno orientado al desarrollo de las personas y los equipos mediante habilidades y competencias sociales. Una muestra positiva es que las mujeres en cargos directivos consiguen promover la llegada de nuevo talento y la retención del ya existente.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la representación equitativa de género en los cargos de liderazgo en las empresas produce efectos virtuosos: se correlaciona con una mayor presencia femenina en la alta gerencia y con una disminución importante de la brecha salarial en toda la organización.

Desde la perspectiva de los resultados, los estudios evidencian que el ejercicio del alto liderazgo de las mujeres disminuye las probabilidades de quiebra de las empresas, mejora su rentabilidad -con cifras difíciles de alcanzar a través de medidas que suelen implicar más recursos económicos y humanos- y mejora la reputación y la imagen externa de las organizaciones.

Por otra parte, las mujeres y los hombres desarrollan competencias, saberes y maneras de hacer diferentes, de acuerdo con sus diferentes socializaciones de género y “entrenamientos de vida”. En este sentido, el estilo de liderazgo que ellas aportan se acerca más al nuevo paradigma de liderazgo al que aspiran las organizaciones hoy. Uno orientado al desarrollo de las personas y los equipos mediante habilidades y competencias sociales. Una muestra positiva de ello es que las mujeres en cargos directivos consiguen promover la llegada de nuevo talento y la retención del ya existente, performance crucial si se considera el fenómeno generalizado de escasez de talento para enfrentar los desafíos de innovación de las empresas.

Ahora bien, la evidencia aportada por la OIT también indica que, para percibir los efectos positivos del liderazgo femenino, el porcentaje de mujeres en las posiciones directivas debe ser del 30% o superior. En Chile, ¿Cuál es nuestra realidad?

En su estudio “Evolución de las mujeres en el poder”, el PNUD da cuenta de que, en Chile, el número de mujeres en puestos de liderazgo se ha incrementado sostenidamente entre 1995 y 2018, impulsado por una intensificación de las políticas proactivas de igualdad en el ámbito público y una mayor toma de conciencia sobre el impacto positivo de los liderazgos de mujeres en el mundo empresarial.

Sin embargo, en términos generales, aunque la incorporación de mujeres a cargos de poder ha sido sistemática, sólo alcanza el 20% en promedio y apenas un 9% en el ámbito de las empresas en el período analizado. Por otra parte, de acuerdo con el Tercer Reporte de Indicadores en las Empresas en Chile, elaborado por el Ministerio de la Mujer y Chile Mujeres, la presencia de mujeres en la mesa directiva de las empresas que reportan a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) es de solo 12,7%.

Las organizaciones tienen, entonces, importantes oportunidades y desafíos para romper el llamado “techo de cristal”, impulsando estrategias integrales de gestión de la equidad de género y estrategias de acompañamiento al empoderamiento y desarrollo de carrera de las mujeres.

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