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Especial #25N | Avon: Con la convicción de que el silencio es cómplice de la violencia

Queremos que todos y todas en la organización hablemos el mismo lenguaje y entendamos de la misma forma esta problemática, porque no queremos llegar tarde, cuando la mujer ya tiene la evidencia física de la violencia. Queremos llegar antes.

“Cuando nos preguntan qué tiene que ver Avon con la violencia de género, decimos que tenemos mucho que ver, porque tenemos mucho que hacer”, señala Gabriela Farías Ayala, Gerenta Jurídico y Asuntos Gubernamentales de Avon Chile.

Para esta compañía, la violencia de género no es sólo un fenómeno que afecta a las mujeres y sus entornos o sólo una materia de la que el Estado debe hacerse cargo: existe la convicción de que el problema afecta a toda la sociedad y, en consecuencia, “todas y todos debemos hacer algo al respecto”.

A través de la “Promesa Avon para poner fin a la violencia hacia mujeres y niñas”, la compañía trabaja desde 1999, con la misión de defender los derechos de las mujeres, cuidar su salud, su integridad física, social y emocional y reconocer el compromiso con sus comunidades, visibilizando la violencia de género para que pueda ser detectada y acompañar a quienes lo necesitan“.

En Avon vienen desarrollando hace años acciones preventivas de educación y capacitación para evitar estos comportamientos, consolidando una cultura de respeto y fortalecimiento de sus colaboradoras, estableciendo procedimientos de acompañamiento integral a ellas. “Queremos que todos y todas en la organización hablemos el mismo lenguaje y entendamos de la misma forma esta problemática, porque no queremos llegar tarde, cuando la mujer ya tiene la evidencia física de la violencia. Queremos llegar antes”, enfatiza Gabriela Farías.

Además, a nivel global, Avon dispone de un “Protocolo para Enfrentar la Violencia de Género”, que contempla herramientas de acompañamiento para las mujeres que viven violencia, y además, el desarrollo de una red de prevención de la violencia con proveedores. Internamente, el programa se orienta a las colaboradoras en tres etapas: la prevención, la intervención y el acompañamiento.

La prevención se realiza a través de acciones educativas que apuntan a promover la reflexión y combatir la violencia estructural contra las mujeres, “y para eso es vital permear a todos en la organización”, destaca Gabriela. En la etapa de la intervención, las colaboradoras tienen el primer acceso formal a los canales disponibles del protocolo, para una escucha cercana y respetuosa de las denuncias, con el fin de identificar la situación y proceder con las derivaciones oportunas a instituciones especializadas. Se trata de generar un ambiente de confianza, con cuidado de “no ser paternalistas”, subraya.

Finalmente, el acompañamiento integral es la etapa en que se definen e implementan medidas específicas para que las mujeres se sientan apoyadas y fortalecidas en el proceso, tales como tiempo para asistir a la comisaría, consultas o asistencia dentro del horario laboral, permisos especiales, cambio de responsabilidades, protocolos de seguridad y medidas de resguardo, asistencia legal, psicológica y financiera, entre otras.

La compañía busca poner a disposición de las colaboradoras todas las herramientas que les puedan ser útiles, en particular un “permiso especial remunerado” y un “préstamo económico de emergencia”. “Nos gusta pensarlo como un traje a medida, porque entendemos que todas las mujeres tienen necesidades diferentes”, concluye Farías.