Hoy vemos liderazgos comprometidos con seguir avanzando, mejora en la motivación, orgullo y clima laboral, aumento de dotación de mujeres y de cargos de liderazgos femeninos. A ello se suma una mayor comprensión y uso de las medidas de conciliación y corresponsabilidad y también de hombres que se han sumado a esta causa, entendiendo que la equidad de género no es sólo un tema de mujeres.
ESSBÍO es una empresa pionera en la implementación de un sistema de gestión de igualdad de género y conciliación, que se ha preocupado por la violencia de género y su impacto en la vida de colaboradores y colaboradoras. Para conocer más de este caso de éxito, conversamos con Gian Piero Lavezzo Richards, Gerente de Personas y Cultura de Essbio y Nuevosur.
¿Qué los motivó a abordar la violencia de género como un tema estratégico?
Tenemos la convicción de que la violencia de género, y todo tipo de violencia, no debe tener cabida en el entorno laboral, familiar y social. Por ello ha sido importante, primero, diagnosticar las distintas brechas internas para, luego, crear un plan de acción como parte de nuestro sistema gestión. A través de éste abordamos: sensibilización, prevención y procesos de investigación de acoso sexual y acoso laboral; prevención y apoyo en violencia intrafamiliar; clima laboral; nuevas masculinidades; discriminación y estereotipos; remuneraciones y temáticas de reclutamiento y selección; conciliación y corresponsabilidad; desarrollo de carrera y capacitación, entre otras.
En pandemia reforzamos nuestras campañas internas de prevención de la violencia, entendiendo las problemáticas que el encierro podía generar, sumándonos a iniciativas del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, así como de ONU Mujeres, y compartiéndolas también con nuestros proveedores y contratistas.
¿Qué hitos destacarías de este recorrido?
La principal motivación que tuvimos fue el imperativo ético que significa trabajar estas temáticas y la responsabilidad que tenemos como empresa con nuestros colaboradores/as, clientes y entorno.
Tras la creación de nuestra unidad de equidad de género, nos abocamos a identificar las brechas y materias relevantes a trabajar en el marco de la NCh3262 de igualdad de género. Luego, conformamos un comité de equidad representado por las distintas áreas que tienen impacto en el sistema de gestión, de manera que elaboraran planes de acción para cerrar las brechas de sus áreas.
Este proceso involucró capacitaciones en género y violencia para todos los liderazgos y la compañía en general, así como trabajo en equipo para la elaboración de la política y procedimientos. En todo momento se contó con el respaldo de la Alta Dirección, que tomó la decisión de incluir esta temática como una iniciativa de la estrategia corporativa y como parte de nuestra propuesta de valor. Todo ello nos llevó a ser la primera empresa en certificarse en la NCh3262 en el sur de Chile.
Sumado al trabajo interno, fortalecimos nuestras redes externas, de manera de conocer las buenas prácticas de empresas y organizaciones nacionales y extranjeras, motivando a otras empresas para que se sumen al trabajo en igualdad de género.
Tras estos años de trabajo intenso en el fortalecimiento de la equidad de género, consideramos que el tema se ha ido instalando en nuestra cultura. Vemos liderazgos comprometidos con seguir avanzando, mejora en la motivación, orgullo y clima laboral, aumento de dotación de mujeres y de cargos de liderazgos femeninos. Nuestro directorio, por ejemplo, ya cuenta con un 43% de mujeres. A ello se suma una mayor comprensión y uso de las medidas de conciliación y corresponsabilidad y también de hombres que se han sumado a esta causa, entendiendo que la equidad de género no es sólo un tema de mujeres.
¿Qué les dirías a las empresas que quieren abordar esta materia?
Que hay que atreverse y tomar la decisión de partir, aunque sea con pequeñas acciones. Mirar lo que plantea la NCh3262 aunque sólo sea como una guía, ya que ahí se definen las principales temáticas a trabajar en igualdad de género.
Poner mucho foco en los liderazgos, de manera que sean los facilitadores al momento de hablar de género y violencia. Capacitarse, para entender de qué estamos hablando y los fenómenos sociales que impactan. Por último, generar redes de trabajo, internas y externas, para poder escuchar, hacer seguimiento y conocer las buenas prácticas que se pueden implementar y adaptar a la realidad de cada uno.