Las situaciones del spot de #CargaMental son claras y tragicómicas. Mientras ellas no paran de trabajar, física y mentalmente, sus parejas hombres creen que su rol se limita a recibir la instrucción, esperando a que les digan qué hacer y cuándo (“te ayudo”) ¿Suena conocido?
Hacer la lista del supermercado, atender el chat del colegio, pensar qué hacer de almuerzo, saber cuándo hay que pagar las cuentas… son parte del constante esfuerzo mental que supone administrar un hogar.
Es la llamada “carga mental”, foco de la más reciente campaña de ComunidadMujer, que refiere al trabajo que implica la organización del hogar y el cuidado de sus integrantes, el cual es permanente, invisible, poco valorado y realizado mayoritariamente por las mujeres. Planificar, gestionar, monitorear las tareas del hogar es trabajo, a lo que se suma, en la mayoría de los casos, el realizarlas diariamente.
Las situaciones que muestra el spot de esta iniciativa son claras y tragicómicas. Mientras ellas no paran de trabajar, física y mentalmente, sus parejas hombres creen que su rol se limita a recibir la instrucción, esperando a que les digan qué hacer y cuándo (“te ayudo”) ¿Suena conocido?
Esta realidad tiene, entre sus consecuencias, un fuerte deterioro de la salud mental de las mujeres, quienes sufren casi cinco veces más depresión que los hombres en Chile (Encuesta Nacional de Salud, 2017). Ellas, además, experimentan en mayor medida “pobreza del tiempo”, es decir, escasez de instancias para descansar o disfrutar del ocio, o la difícil decisión de autoexcluirse de proyectos laborales por falta de tiempo.
Sólo una de cada 10 parejas que conviven y que están en el mercado laboral (heterosexuales, entre 24 a 59 años), distribuye las tareas del hogar y de cuidado de manera equitativa (ComunidadMujer, 2018). Pero estas cifras sólo reflejan una parte: la ejecución de las tareas. Porque en Chile no hay estudios que midan la dimensión más invisible del problema: la carga mental.
Esta sobrecarga no es casual y responde a los roles de género tradicionales, enquistados en la cultura. Ellas son las que se transforman en estrategas y malabaristas, procesando gran cantidad de información que deben recordar y programar.
Por eso es fundamental reconocer esta realidad, reducirla y redistribuirla (las llamadas 3R) e implementar políticas públicas y empresariales que faciliten la corresponsabilidad de los cuidados. Partamos por medir periódicamente el Uso del Tiempo para contabilizar su aporte a la economía y crear una cuenta satélite a las cuentas nacionales, para el mejor diseño de políticas laborales y de protección social.
Avanzar en la creación de un Sistema Nacional de Cuidados es clave, así como una reforma a las pensiones que reconozca y compense el cuidado no remunerado. La reducción de la jornada laboral a 40 horas, debe ser perfeccionada en cuanto a adaptabilidad y pactos, porque no todo el trabajo de cuidados es infantil; y ser complementada con medidas que garanticen una mayor igualdad en los tiempos y cargas de trabajo no remunerado. Por último, está la postergada reforma al artículo 203 del Código del Trabajo, relativa al acceso universal a la sala cuna.
¿Se puede equilibrar la carga mental? ¡Claro que sí! La invitación es que partamos por casa.
Por Alejandra Sepúlveda Peñaranda, presidenta ejecutiva de ComunidadMujer
Columna publicada en Voces de La Tercera