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El virus, las mujeres y la reactivación

El papel de las mujeres en la reactivación económica es crucial. Se necesita de una estrategia, en el corto plazo, para integrarlas, pero también trabajar en el diseño de la sociedad que queremos sin lamentar retrocesos dramáticos en el camino hacia la equidad de género, pilar clave del desarrollo sostenible.

La reciente conmemoración del Día del Trabajo dejó noticias desalentadoras. Una, que las tasas de desocupación para el trimestre enero-marzo son las más altas de la última década, en los hombres de un 7,1% (357 mil) y en las mujeres de 9,7%, (402 mil). Y todo indica que este número seguirá creciendo, a medida que nos acercamos al peak de la pandemia y entramos en una grave recesión económica interna y mundial.

Según la experiencia internacional, en muchos países la primera ronda de despidos ha sido particularmente aguda en el sector servicios, incluidos comercio minorista, hotelería y turismo, donde las mujeres están sobrerrepresentadas (PNUD, 2020). Chile sigue la misma tendencia, y suma una alta informalidad en la ocupación nacional, que alcanza un millón 428 mil hombres (27.5%) y un millón 150 mil mujeres (30,8%).

Con una crisis de esta envergadura, la velocidad de retorno -sobre todo de las mujeres- al trabajo remunerado será mucho más lenta o de frentón no ocurrirá, ante la falta de oferta laboral y redes de cuidado para sus hijos/as y otros dependientes. Pero como el papel de las mujeres en la reactivación económica es crucial, se necesita de una estrategia, en el corto plazo, para integrarlas, pero también trabajar en el diseño de la sociedad que queremos, impulsando coordinadamente las redes de protección social, políticas de empleo y el acceso a las oportunidades que permitan emerger de esta pandemia sin lamentar retrocesos dramáticos en el camino hacia la equidad de género, pilar clave del desarrollo sostenible.

Es momento de ampliar la cobertura del Ingreso Familiar de Emergencia, hoy en el Congreso, dirigido a trabajadoras/es informales, hasta alcanzar el 60% más vulnerable de la población y un monto de al menos $73 mil per cápita para una familia de 4 personas (COS, 2020) y que no vaya cayendo en el tiempo. También promover, como medida humanitaria, la extensión del posnatal para las madres, ante lo improbable de volver a trabajar en un ambiente sin riesgos sanitarios o sostener el teletrabajo frente a su alta demanda de cuidado.

Adicionalmente, es hora de que el Sence expanda la oferta de capacitación y reentrenamiento para adquirir nuevas habilidades y equiparar oportunidades ante los cambios en el mundo laboral acelerados por la pandemia, vinculados principalmente a la disrupción tecnológica. Hoy, más que nunca, es crucial terminar con la actual ineficiencia de este servicio, velando por que su oferta cumpla con exigentes estándares de calidad, evaluación y porque los millonarios recursos involucrados en la franquicia tributaria y otros instrumentos de fomento sean invertidos en los trabajadores y trabajadoras, para su mayor productividad. Sin el desarrollo de nuestro capital humano y una hoja de ruta público-privada clara en sus objetivos y metas, la recuperación económica será aún más difícil.

Por Alejandra Sepúlveda Peñaranda, directora ejecutiva de ComunidadMujer

Columna publicada en La Tercera, el 07 de mayo de 2020