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Cristina Vio directora ejecutiva de ComunidadMujer: “La base de toda economía está en que alguien cuidó y la mayoría de las veces lo hicieron las mujeres”

Abogada y experta en derechos humanos y políticas de cuidado, Cristina Vio conoce de memoria las cifras detrás de la crisis de los cuidados. Desde la dirección ejecutiva de ComunidadMujer, advierte que el tema debe abordarse con urgencia: “Cada día en que no hay una acción es un día más en que son las mujeres las que se sacrifican”. En esta entrevista, analiza las causas estructurales del problema, el cambio demográfico que lo agudiza, así como los desafíos y aportes que revela el estudio Estimación del Valor Económico del Trabajo Doméstico y de Cuidados no Remunerados en Chile, realizado junto al Ministerio de Hacienda.

El estudio, publicado en octubre de 2025, da continuidad al trabajo que ComunidadMujer inició en 2019. En ese entonces, la organización fue pionera en calcular el valor económico de las labores de cuidado no remuneradas en Chile. Hoy presentan una actualización robusta y respaldada por datos oficiales. Una alianza que para Vio representa un cambio cultural y político profundo: “El hecho de que el Ministerio de Hacienda haya estado en este estudio demuestra que el país empieza a entender que no hay desarrollo posible sin cuidar”.

Desde su oficina, con el informe impreso en las manos y un aire estudioso y atento, Cristina Vio entrega un diagnóstico completo de la crisis que enfrenta Chile. Cada dato, dice, es también la historia de una mujer que sostiene la vida de otras personas sin reconocimiento ni descanso.

“Hay cuestiones estructurales que dificultan que las mujeres accedan a mejores oportunidades porque están ligadas a los cuidados. Las brechas en este ámbito son una de las principales causas de las otras brechas: laborales, económicas o políticas. Cuando una mujer no puede participar libremente es porque está enfrascada en las tareas de cuidado, no está en igualdad de condiciones que quien sí puede hacerlo”, explica.

También aborda otra dimensión que, para ella, muchas veces es ignorada. Estratégicamente, se ha desconocido la potencialidad del tema: “Esa falta de participación es una decisión económica poco inteligente, porque estás quitando de la economía a la mitad de la población. En el fondo no vas a poder prescindir de esas personas”.

Cuando el cuidado entra en el lenguaje de la economía, los resultados son abismales. Según el estudio, estas labores equivalen al 19,2% del PIB Ampliado (2023). Para calcularlo, explica Vio, utilizaron el método de reemplazo especializado, que estima cuánto costaría pagar por las horas de cuidado y trabajo doméstico no remunerado. “Se toman los datos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), se identifican las tareas y se calcula cuánto valdría si las realizara una persona con esa ocupación como, por ejemplo, una educadora”, detalla.

Pobreza de tiempo

La ENUT mostró que más de dos tercios del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado lo realizan mujeres, destinando más de cinco horas diarias a estas tareas. Para Cristina Vio, eso refleja una desigualdad profunda: “Esas mujeres viven en pobreza de tiempo: no pueden descansar, leer un libro, trabajar o tener la vida social que quisieran. Esa sobrecarga afecta su autonomía económica, su salud mental y hasta la posibilidad de proyectarse más allá del hogar”, dice con un tono de preocupación.

Esa pobreza de tiempo no solo repercute en su vida personal, también impacta con fuerza en el ámbito laboral. Aunque reconoce avances en conciliación, advierte que aún hay resistencias estructurales. “El principal obstáculo es que no exista una mirada permanente de cuidados en el sector público y privado. Falta entender cómo cada decisión, grande o pequeña, impacta la empleabilidad y las oportunidades de las mujeres”, afirma.

Su llamado es instalar esta perspectiva como un ejercicio constante: “Porque en el fondo, cuando hay mujeres que tienen esa carga desproporcionada de cuidado, es muy difícil que tengan facilidades para insertarse en un mundo laboral que es inflexible”.

Cree que las causas, al igual que las consecuencias, son múltiples. Pero hay un punto que insiste en destacar: “Todavía queda un largo camino cultural por recorrer para que las mujeres dejen de ser vistas como las principales sostenedoras de los cuidados, sobre todo en un contexto demográfico que nos somete a más presión”. Para ella, hoy el envejecimiento y los cambios demográficos presionan más que nunca ese sistema.

Una población que envejece y una generación sobrecargada en los cuidados

“Si no abordamos la crisis de cuidados hoy, de la forma en que la tenemos, en dos décadas más será peor, la más profunda”, mientras lo dice, parece observar el futuro. Cristina Vio ha estudiado el envejecimiento desde cerca, un tema prioritario para la organización. Según proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en 2050, un tercio de la población tendrá más de 60 años. Pero eso no es todo. “Estamos hablando que se van a triplicar el número de personas mayores de 80 años”, agrega. “No hay un sistema robusto que sostenga eso. Más personas mayores tendrán que cuidar a otras personas mayores y si no hacemos nada, seguirá la tendencia actual que son las mujeres”.

Hoy la clásica pirámide de edades ya no existe. Esa estructura que solía sostener a la población chilena se ha ido desarmando. En ese escenario, y sin una red social que la sostenga, las familias se verán obligadas a decidir quién cuida. Ella sabe bien cuál será la respuesta: “El que gana menos, y normalmente será una mujer. Porque tienen una mayor precariedad laboral, más informalidad y menores sueldos. Estas brechas hacen que sean elegidas cuidadoras dentro de las mismas familias”.

Desde ComunidadMujer aspiran a que las familias no deban estar sometidas a esa encrucijada. “Debemos preguntarnos de qué manera, como sociedad, podemos dar esas oportunidades”, plantea.

“La solución está en la corresponsabilidad social”. Para ella, esa tarea es en gran parte, del Estado: “Deberíamos invertir en infraestructura, en la certificación de personas cuidadoras, en darle cierta institucionalidad. También avanzar en medidas como la sala cuna universal, que permita a las mujeres insertarse libremente en el mercado laboral. Y promover políticas de cuidado efectivas dentro de las empresas y del propio Estado. No se trata de imponer una forma de cuidar, sino de que exista la posibilidad de elegir”.

Asemeja el problema a lo que ocurrió durante la pandemia, donde la carga de cuidados volvió a caer sobre las mujeres. “La enseñanza que nos deja ese período es que, si nosotros como sociedad no tenemos soluciones para esos temas, en los momentos de crisis, estas crisis explotan en las mujeres”.

Pero no solo habla de proyecciones. También observa lo que ya está ocurriendo: el fenómeno de la llamada generación sándwich. Son personas —en su mayoría mujeres—, que cuidan a sus hijos o nietos y, al mismo tiempo, a sus padres dependientes. “Mujeres que quedan entre medio, cuidando hacia los dos lados. ¿Por qué? Porque no existe un sistema que las ayude (…) Veremos más de esos casos si no se toman medidas”, advierte.

Con una mirada de largo plazo, insiste en que el debate sobre el cuidado debe superar el cálculo económico inmediato. “Sabemos que estamos en un contexto económico desafiante, y eso ha llevado a que todo se vea como un costo mayor a corto plazo. Nuestra postura es que esto debe ser visto a largo plazo. Las decisiones que tomemos hoy tendrán un impacto positivo en diez o veinte años. Ese futuro será mucho más desafiante que el presente en materia de cuidados”.

Hacia un nuevo pacto social de cuidados

Cristina Vio mira con esperanza los avances, pero también con cautela. Sabe que el desafío recién comienza. “Actualmente se está tramitando un proyecto de ley sobre el Sistema Nacional de Apoyos y Cuidados. Es una de comenzar a estructurar de forma más permanente este tema, pero no es cuestión de un día. Es algo que hay que hacer paulatinamente, que también es progresivo”, explica.

Insiste que el debate no se resuelve solo con inversión o infraestructura, sino con un cambio profundo en la forma en que entendemos el cuidado: “Mientras sigamos creyendo que es una responsabilidad individual o familiar, no vamos a avanzar. El cuidado debe ser una responsabilidad compartida, social y política”.

Esa transformación, dice, requiere revisar la manera en que se organiza la vida cotidiana. No basta con programas aislados o subsidios, sino con políticas sostenidas que reconozcan el valor del tiempo, la corresponsabilidad y la equidad. “Todavía se echa de menos que exista una institucionalidad más fuerte, por ejemplo, a través de una ley que permita que esto sea financiado permanentemente, que no dependa de las decisiones ni del gobierno central ni de las municipalidades, sino que sea un camino constante de mejora, con recursos comprometidos año a año”, afirma.

Desde su experiencia en el sector público, reconoce que los cambios requieren coordinación. “Muchas de las cosas que se han hecho en Chile en las últimas décadas han sido a costa de un gran trabajo, de mucha voluntad, de mucha articulación. Estos avances no son ganancias de un solo sector ni de una sola persona, sino de un entramado de voluntades que van empujando los cambios”, señala. Por eso el desafío, dice, es sostener esa voluntad colectiva sin retrocesos.

“En ComunidadMujer vemos con particular cuidado que las mujeres sean nuevamente vistas como el único sostén de la vida familiar y de los cuidados”, advierte. Por eso, estarán vigilantes: “Nos interesa que desde el 11 de marzo existan iniciativas que equiparen la cancha para las mujeres. Vamos a estar muy atentas a que eso ocurra”.

Aun así, hay motivos para mirar el futuro con optimismo. Según dice: “Nos parece esperanzador que se hable de cuidado. Hace algunos años, que hubiera un proyecto de ley tramitándose, era impensado. Que se entienda que el derecho al cuidado es un derecho autónomo también a nivel internacional, con la sentencia de la Corte Interamericana, da esperanza en que ya tenemos un piso sobre el cual construir”. El desafío, concluye, es que Chile reconozca que sin cuidar no hay desarrollo posible.

Publicado por Observatorio de Género y Equidad el 7 de noviembre de 2025. Escrito por Thiare Riquelme González.