Pero lo cierto es que la discusión se ha centrado, hasta ahora, en la realidad de las mujeres trabajadoras y cuidadoras, y poco en cómo se estimula que los hombres no queden en un cómodo segundo plano, arrastrando un problema de origen: su falta de derechos y deberes exclusivos en este ámbito”
Por estos días se debate en el Congreso un proyecto de ley del Ejecutivo sobre conciliación de la vida personal, familiar y laboral, con urgencia, porque a fin de mes prescribe la normativa que permitió el teletrabajo por razones de cuidados durante la alerta sanitaria.
Es necesario discutir cómo seguimos para no retroceder en este derecho, y también considerar que la compleja tarea de compatibilizar el trabajo remunerado con las permanentes y esenciales labores de cuidado hoy demanda soluciones multifactoriales.
Hay una cuestión de principios a establecer, de necesidades personales a las que responder y de distribución de deberes y responsabilidades entre el Estado, las empresas y los trabajadores/as. En cuanto a principios, el proyecto incorpora conceptos fundamentales como la “parentalidad positiva”, la corresponsabilidad social, y la protección a la maternidad y paternidad. En relación con quienes se beneficiarán, la propuesta se refiere de manera inclusiva a “madres, padres y cuidadores” de menores de 12 años y personas con dependencia severa y moderada. Pero lo cierto es que la discusión se ha centrado, hasta ahora, en la realidad de las mujeres trabajadoras y cuidadoras, y poco en cómo se estimula que los hombres no queden en un cómodo segundo plano, arrastrando un problema de origen: su falta de derechos y deberes exclusivos en este ámbito.
Aun reconociendo que, en el día a día, son ellas las que mayoritariamente se hacen cargo de los cuidados de la familia, omitirlos a ellos en el debate comporta un riesgo: que esta ley termine siendo para las “señoras teletrabajo”, porque son ellas las que más requieren de esta fórmula para acceder y permanecer en el mundo laboral. Esto sólo profundizará la distribución desigual de los tiempos de trabajo no remunerado, desincentivando su contratación en un empleo formal, afectando su desarrollo laboral y salarios. Entonces, ¿cómo fomentamos que los hombres accedan a la par al teletrabajo y trabajo híbrido por razones de cuidado? Generar un estándar más elevado para alcanzar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en el mercado laboral se hace cada vez más necesario.
Es justamente lo que ocurre en la Unión Europea, donde están entrando en vigor disposiciones legales supranacionales para los Estados miembros, que establecen derechos individuales relativos a permisos de paternidad, permiso parental y para cuidadores, y el derecho a solicitar fórmulas de trabajo flexible para los y las trabajadoras que sean progenitoras o cuidadoras.
Se trata de una problemática que tiene un lugar preponderante en las relaciones laborales, y que incide en la productividad, la salud psicosocial, satisfacción y calidad del empleo. Se requiere de responsabilidad y buena voluntad transversal, para que estos avances tengan un efecto positivo y eficaz.
¿Será el momento de plantear un abordaje más integral de las disposiciones laborales sobre corresponsabilidad de los cuidados o nos vamos a quedar sólo con el teletrabajo?
Por Alejandra Sepúlveda Peñaranda, presidenta ejecutiva de ComunidadMujer
Columna publicada en La Tercera