La trayectoria de dos grandes mujeres chilenas, Rosa Devés, primera rectora de la Universidad de Chile, y Rosanna Costa, primera presidenta del Banco Central, fue reconocida y premiada por Comunidad Mujer hace dos días. Los asistentes, que fuimos muchos y entusiastas, quedamos conmovidos e impresionados. La admiración por ellas levanta la mirada y enaltece las celebraciones del Día Internacional de la Mujer.
En nuestro país se han exacerbado los ánimos y aparece una especie de fisura en la convivencia y en la vida pública. Los extremos se han acentuado y se tocan en la violencia de sus lenguajes. Parece haber poco espacio para la concordia, para el encuentro, y poco también para la transversalidad; sin embargo, nuestra Comunidad Mujer nació hace más de veinte años con vocación para la concordia, el encuentro y la transversalidad, precisamente. ¿Cuál sería, pensamos, la mejor manera de mostrar aquí y ahora nuestra vocación?
Más que predicarles a los conversos, decidimos poner en vitrina a dos mujeres, Rosa Devés y Rosanna Costa. Destacamos sus impresionantes trayectorias académicas y laborales, sus disciplinas originales, la ciencia y la economía, no precisamente terrenos fáciles para las mujeres. Sobre todo, además de cubrirlas de merecidos elogios, las dejamos conversar entre sí y con nuestra comunidad, representada por una de las directoras, Paula Escobar. Y fue refrescante, grato y hasta divertido sentir la sobriedad, la sencillez, incluso la humildad, con que se refirieron a sus logros, como si su impacto público, la manera de abrir camino a las mujeres hacia un ejercicio de autoridad en la esfera pública, fueran algo muy cercano al sentido común del futuro inmediato. Ojalá. Nos dejaron la esperanza. Las cualidades de ambas premiadas, demostradas en las respectivas trayectorias y acercadas a nosotras en la conversación de ese día, son las que están haciendo falta aquí y ahora en nuestro país y las que nos han entusiasmado desde siempre.
Desde su fundación en 2002, Comunidad Mujer ha buscado y encontrado puntos de confluencia y de intereses comunes en torno a la igualdad de derechos de las mujeres y el desarrollo sin trabas de todas sus capacidades (‘las niñas pueden’ fue una de nuestras campañas). Hemos ‘apurado la causa’ en lo político, lo económico y lo cultural, sin ponerle muchos apellidos, destacando lo fundamental que nos une por sobre nuestras muchas y productivas diferencias. Tenemos en común una profunda conciencia y confianza en la capacidad de las mujeres para hacer grandes contribuciones a Chile, y un genuino interés y curiosidad por las convicciones de mujeres muy diferentes entre sí. Diferentes en sus disciplinas, diferentes en sus ideas, en sus prácticas y en sus orígenes. Unidas en torno a una causa común, las diferencias entre nosotras nos enriquecen y potencian nuestra participación en la vida pública.
Ahora nos movemos para mejorar nuestra vida pública, nuestras políticas públicas, convencidas de que las acciones y omisiones de hoy ponen las bases de lo que va a venir. Queremos poner en práctica la diferencia y tener impacto: ser serias en momentos de consignas y de manufactura de falsedades, separar lo fundamental de lo accesorio, poner las prioridades donde deben ir. De todo eso son ejemplo nuestras dos premiadas, y les agradecemos la excelencia profesional y humana, la inspiración para otras mujeres, junto con su solidez, su tesón y su gran compromiso con una sociedad más justa e inclusiva.
A Rosa y Rosanna les decimos: qué suerte que existan.
Fuente: El Mercurio