Alejandra es experta en temas de género, participación económica y política de las mujeres. Fue Directora Ejecutiva de ComunidadMujer desde el 2010 hasta mayo de 2021 y hoy es su Presidenta Ejecutiva. A lo largo de su trayectoria ha impulsado y desarrollado alianzas público- privadas, propuestas de política pública y realizado consultorías nacionales e internacionales para promover la igualdad de género, la diversidad e inclusión en empresas e instituciones. En este manifiesto habla de cómo la historia de las mujeres ha sido de avances y retrocesos.
“ComunidadMujer es una organización que nació en 2002, con un grupo de líderes que buscaba abrir espacios de mayores oportunidades para las mujeres del país, incidiendo en las transformaciones culturales, organizacionales y de política pública en Chile. En 2010, asumí la dirección ejecutiva de esta organización y hace dos años y medio, tuve el honor de hacerme cargo de la presidencia ejecutiva. Durante este tiempo he sido testigo de un camino donde no solo nos hemos dedicado a defender los derechos de las mujeres y niñas, sino también -y sobre todo- nos hemos involucrado activamente en la construcción de la institucionalidad de género en Chile. Este esfuerzo ha significado contribuir en al menos cuatro gobiernos, con vocación de diálogo, impulsando acuerdos y movilizando a tomadores de decisión de manera transversal.
Así, hemos logrado participar en diversas políticas, desde el programa Chile Crece Contigo, hasta Ley de Cuotas para elecciones parlamentarias, la creación del ministerio de la Mujer y Equidad de Género, la paridad en el proceso constituyente o la reducción de la jornada laboral a 40 horas con corresponsabilidad (por nombrar algunas); dejando una huella en la historia de la igualdad de género del país.
La historia de las mujeres es de avances y retrocesos. Así ha sido por siglos. Y cada generación va tomando la posta, impulsando las muchas causas pendientes y poniendo luz en las nuevas demandas que van surgiendo para el cierre de las brechas de desigualdad.
Sin embargo, también ha sido fundamental, durante estos años, el poder ponerle un número a las brechas de desigualdad. Aunque siempre hemos sido conscientes de las diferencias de género, hacer estudios que cuenten con datos, que sean analizados en profundidad y mirando todo el ciclo de vida, marca una diferencia significativa al momento de desarrollar políticas públicas y organizacionales. Porque lo que no se mide, no existe.
En esa línea, una de nuestras investigaciones más relevantes fue la primera valoración económica del trabajo de cuidados no remunerado en Chile, entendiendo que ésta sigue siendo una de las principales barreras para la participación laboral femenina y su desarrollo pleno. Ahí constatamos que, monetariamente, esta labor representaba casi un 22% del PIB ampliado, transformándose en la actividad económica más importante de Chile, superando el aporte de sectores como la minería, comercio o manufactura. Éste fue el primero en sacar de la invisibilidad esta labor y nos llamó a decir tenemos que hacernos cargo de esto. La falta de corresponsabilidad representa una crisis y un techo para la autonomía económica de muchas y sobre todo, para el avance y desarrollo de toda la sociedad.
La historia de las mujeres es de avances y retrocesos. Así ha sido por siglos. Y cada generación va tomando la posta, impulsando las muchas causas pendientes y poniendo luz en las nuevas demandas que van surgiendo para el cierre de las brechas de desigualdad. En nuestro caso, hemos ido viendo cómo las mujeres han experimentado un progreso importante en acceso a la educación, al trabajo y en la ocupación de cargos de liderazgo. Sin embargo, hoy seguimos debatiendo sobre temas tan básicos como tener una educación de calidad sin sesgos de género, garantizar la igualdad salarial, contar con sala cuna para los hijos de trabajadoras y trabajadores sin discriminación o la corresponsabilidad parental y social. Esos son los problemas que nos impulsan a continuar nuestro compromiso y esfuerzo en la búsqueda de soluciones públicas y privadas equitativas.
Creo que nuestro legado como ComunidadMujer ha sido empoderar a las mujeres –ya sea a través de nuestros programas de liderazgo, mentorías y/o fondos concursables para el impulso de la equidad de género en el territorio– y mostrarles que, cuando se aúnan esfuerzos con un objetivo común, se pueden lograr esos cambios que tanto necesitamos. Es un trabajo precioso y que requiere de mucha resiliencia porque Chile sigue siendo un país conservador, machista y patriarcal. Hay harta resistencia, pero nosotras siempre nos hemos planteado desde un punto de vista de colaboración: la sociedad mejora cuando estamos incluidos todos y todas de verdad.
Creo que nuestro legado como ComunidadMujer ha sido empoderar a las mujeres y mostrarles que, cuando se aúnan esfuerzos con un objetivo común, se pueden lograr esos cambios que tanto necesitamos.
Ese espíritu lo vemos en las nuevas generaciones que están súper ilusionadas y son mucho más conscientes. Las niñas, en los colegios, cuestionan los juicios y sesgos de las y los adultos. Aspiran a relacionarse con sus pares hombres como iguales. Y creo que hemos podido contribuir a eso, de igual manera que nosotras recibimos ese ímpetu de las que nos antecedieron. Si uno lo mira con perspectiva, las mujeres recién en 1949 pudieron votar. Es decir, apenas 74 años atrás: no es nada en la línea de tiempo de la historia. No podemos olvidarnos de eso porque para vivir en un país más moderno y progresista, necesitamos que las mujeres estén plenamente incorporadas participando y disfrutando de su autonomía. Ese es mi propósito”.
Entrevista publicada en Paula.cl