Camila Katz es psicóloga y consejera sexual y se ha especializado en temáticas de género. También trabaja en organizaciones vinculadas a identidad de género y orientación sexual como Espacio Seguro, un centro de apoyo a mujeres y disidencias sexuales; e Ilusión Viril, una fundación dedicada a la erradicación de la violencia machista a través de la educación. En esta última organización, enfocada en abordar la masculinidad tóxica como uno de los pilares que —hasta ahora— ha sustentado el modelo de patriarcado que impera en nuestra sociedad, Camila ha trabajado en el área de educación, como vocera y también como investigadora.
¿Qué es la masculinidad tóxica?
Hay muchos tipos de masculinidad y hay muchas formas de construir masculinidad, entonces hay distintos factores que influyen: la época en la que naciste, el lugar, cómo han sido tus visiones y los patrones de varones que has tenido en tu vida. Todas esas cosas van influyendo en la construcción que cada persona tiene respecto a su masculinidad o la masculinidad que quiere expresar. La masculinidad tóxica como un concepto es entonces algo más bien rígido y que incluso podríamos definir como un estereotipo. Porque son las características que comúnmente percibimos como dañinas para uno mismo y para los demás. Por ejemplo: la poca capacidad de mostrar emociones o la necesidad de mostrar virilidad.
Es muy difícil por ejemplo imaginarnos a una persona que sea una persona masculina tóxica porque es un concepto y probablemente vamos a percibir aspectos de masculinidad tóxica en casi todas las personas. Y no porque quieran ser así, sino porque son herencias de nuestra cultura y nuestra sociedad que nos han acompañado toda la vida.
¿Es un fenómeno que afecta solo a hombres o también a mujeres?
Es un fenómeno que afecta tanto hombres como mujeres y también a niños y niñas, diversidades y disidencias. Es un fenómeno que nos afecta a todos. A los hombres los afecta porque de cierta forma tienen que vivir con esta idea de lo que significa ser hombre. Esta necesidad de tener que mostrarse como hombre viril, como el hombre que se las pueden todas, que no tiene que mostrarse débil, vulnerable, etc. Pero nosotres también la experimentamos o vivimos las consecuencias de esa masculinidad tóxica porque vivimos la violencia. Y eso no significa que otros hombres no la vivan, simplemente nosotras vemos las consecuencias. Así que sí, la masculinidad tóxica también nos afecta.
En los últimos años el movimiento feminista ha tomado cada vez más fuerza, ¿te parece que también hay un interés mayor de parte de hombres de romper con el status quo en términos de machismo, violencia de género, etc?
Creo que especialmente desde el año 2018 cuando el movimiento feminista universitario tomó mucha fuerza, ha habido un gran cuestionamiento -especialmente en Latinoamérica- respecto a las construcciones que hemos tenido y las relaciones que hemos generado entre nosotros. Ya sea entre hombres y mujeres y entre hombres y hombres. Empezamos a cuestionar la manera en que nos estamos relacionando y generando lazos de confianza, la manera en que estamos escogiendo comunicarnos. Porque nos hemos dado cuenta de que muchas veces esos vínculos estaban marcados por violencia. Gracias al movimiento feminista que alzó la voz por todas las mujeres y alzaron la voz también por todas las personas que han vivido situaciones de violencia y abuso, muchos hombres empezaron a empatizar. Y empezaron a darse cuenta de cómo sus actitudes, que pueden ser con o sin querer, han afectado la vida de otras personas. Entonces sí, creo que ha habido mayor interés y ha sido muy bueno.
Hay una crítica fuerte respecto del rol pasivo que han tenido los hombres. Que los cambios han sido impulsados más bien por mujeres. ¿Estás de acuerdo?
Es verdad que gran parte de los cambios en relación al género ha sido impulsados por mujeres. Desde el gremialismo en adelante. Especialmente en Latinoamérica todo lo que tiene que ver con legislación y aborto, con la igualdad de las tareas en el hogar, la equidad salarial. Son problemáticas mayoritariamente visualizadas por las mujeres porque son también problemáticas que nos han ido afectando a nosotras. Creo que lo bueno de este último tiempo es que los hombres también están viendo la necesidad de hacerse parte y de dejar de exigirles la educación a las mujeres. Me refiero a que muchas veces se les exigía a las mujeres que le explicaran a los hombres todo. Qué significa feminismo, qué pueden hacer ellos, dónde empezar, cómo pueden ayudar. Incluso cosas cotidianas de la vida doméstica. Pero ahora cada vez más, se están dando cuenta de que esos cambios los tienen que hacer ellos y acompañados por ellos mismo o por organizaciones como Ilusión Viril u otras que se especialicen en la educación y en la conformación de masculinidades igualitarias.
¿Por qué es importante que los hombres también se hagan parte de los cambios? ¿Cómo pueden participar cuando a veces hay un rechazo?
Sí creo que es muy importante que los hombres se hagan parte porque no podemos pensar en un cambio a nivel social y un verdadero cambio en nuestra cultura si no estamos todos involucrados. Y eso obviamente requiere de la participación de los hombres. Pero eso también puede traducirse en cosas pequeñas, no tenemos que hacer grandes cosas. Poder visualizar cuáles son las acciones que harían una diferencia en tu familia o entre los amigos, por eso hacemos de este énfasis en los grupos de WhatsApp por ejemplo. ¿Qué estamos compartiendo en esos grupos? ¿se están compartiendo imágenes eróticas de mujeres? ¿se están sacando fotos a mujeres en la calle? ¿se está denigrando a alguna persona? ¿qué tipo de bromas estamos teniendo en nuestro círculo de amigos? ¿estamos tratando de humillar a uno de nuestros amigos? Es cierto, no son necesariamente grandes revoluciones. Pero las revoluciones más grandes incluso son en la vida privada, en la familia, con los amigos o en el trabajo. Son en esos espacios donde podemos hacer la mayor diferencia.
Y cuando hay rechazo más bien hay que tener cuidado con cómo hacemos llegar este discurso. Si sabemos que una persona se va a oponer si hablamos de masculinidades igualitarias, podemos simplificar el discurso. Podemos hablar de la importancia de que nos empecemos a tratar con más afecto, de que en los grupos de amigos nos tratemos bien o de estar presente en el cuidado de nuestros hijos. No tenemos que instaurar grandes discursos de feminismo sino que podemos abordar los temas desde un lenguaje también mucho más cercano.
Respecto al incidente de los Oscar muchas mujeres y hombres estuvieron de acuerdo con la defensa que hizo Will Smith de su señora. ¿Crees que su reacción también es una muestra de masculinidad tóxica?
Lo que pasó es con él fue muy interesante porque vemos cómo un video muy corto generó gran revuelo y muchas opiniones. Algunas personas estaban de acuerdo con Will otras con Chris Rock. Otras personas dijeron que las dos actitudes estuvieron mal y también otras personas hablaron sobre la invisibilización de la esposa de Will Smith. Incluso ahora me preguntaste por la esposa de Will, no estamos hablando con su verdadero nombre y es muy común que nos pase. Entonces vemos cómo, cuando hay dos masculinidades en confrontación, se pierde el foco desde el verdadero problema que era que un hombre estaba bromeando respecto a la corporalidad y la imagen de una mujer. Y lo que pasó es que otro hombre fue a defender su buen nombre pero nadie le preguntó a ella qué le parecía o si estaba de acuerdo con ocupar los golpes como un método defensor. Ahí vemos cómo las relaciones que creamos están cargadas de masculinidad tóxica porque es parte naturalizada de nuestra vida. Está en nuestra historia, en la televisión, en nuestras relaciones familiares y por eso es tan difícil, porque esa es la masculinidad hegemónica y está cargada de toxicidad.
Este video y este pequeño evento nos ha enseñado un montón porque ha hecho a la gente repensar ciertas actitudes y ciertas ideas que tenían preconcebidas sobre las cosas. Más que centrarnos en si es o no o masculinidad tóxica, la idea es poder cuestionarlo, visualizarlo y hacer algo al respecto.
Fuente: Revista Paula