- De acuerdo a un adelanto del nuevo boletín de Estudios de ComunidadMujer, una de las principales barreras para alcanzar la igualdad de género es la división sexual del trabajo, la cual se expresa en una mayor carga de trabajo de cuidados para las mujeres, generando, muchas veces, una doble jornada de trabajo.
La llegada de la pandemia, entre sus diversos efectos, trajo consigo una serie de cambios en la vida laboral de las personas y empresas, desde la implementación del teletrabajo, otorgando más flexibilidad, hasta consecuencias negativas como la pérdida de los empleos. Sin embargo, también ha sido una oportunidad para vislumbrar fallas y plantear mejoras en este ámbito, como es el caso de la reducción de la jornada laboral a 40 horas y la desigual distribución del trabajo para hombres y mujeres.
El gobierno ha anunciado las indicaciones que incluirá en el proyecto de 40 horas laborales que está actualmente en el Congreso e impulsará su avance.
En este contexto, en ComunidadMujer indicaron que avanzar en la reducción de la jornada laboral, pero considerando la adaptabilidad y gradualidad en su implementación, es una buena noticia para el país. Esto considerando que “según los últimos datos reportados por la OCDE, Chile es uno de los siete países con menor productividad laboral medida en términos de PIB por hora trabajada”, dice Alejandra Sepúlveda, presidenta ejecutiva de la organización, quien además participó de la mesa técnica convocada por la administración pasada para abordar el tema.
Así, según un adelanto del nuevo boletín de Estudios de ComunidadMujer, una de las principales barreras para alcanzar la igualdad de género es la división sexual del trabajo, la cual se expresa en una mayor carga de trabajo de cuidados para las mujeres, generando, muchas veces, una doble jornada de trabajo.
Con ello, dice el análisis, las mujeres ven comprometida su capacidad para acceder a un empleo remunerado, al mismo tiempo que responden a sus necesidades personales y las de sus familias. Por lo anterior, desde la organización aseguran que una reducción de la jornada laboral “genera —al aumentar el tiempo disponible— las condiciones para un reparto más equitativo de las tareas de cuidados no remuneradas y, con ello, permitiría reducir las brechas de género en esta materia”.
La organización señala que el fundamento de la propuesta de reducción de la jornada laboral debe ser el lograr un “tiempo de trabajo decente para todas las y los trabajadores, sin deteriorar otras esferas de la vida individual y colectiva”.
Medidas para rediseñar la jornada laboral
De ese modo, basándose en la evidencia, experiencias comparadas y su mirada desde una perspectiva de género, el informe de ComunidadMujer sugiere una serie de medidas para tomar en cuenta a la hora de rediseñar la jornada laboral y así contribuir a disminuir la brecha de género en el ámbito del trabajo.
La primera de ellas tiene relación con la redistribución de los tiempos de trabajo no remunerado. En ese sentido, la organización plantea como necesaria la reducción de la sobrecarga de trabajo para las mujeres. Esto considerando que, si bien según la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) del trimestre móvil abril-junio los hombres destinan en promedio más horas al trabajo remunerado, son las mujeres quienes tienen más carga laboral, promediando 11,04 horas al día versus 8,52 horas los hombres.
De acuerdo a Sepúlveda, la desigual distribución del tiempo de trabajo no remunerado, “no solo repercute en una mayor carga global de trabajo para las mujeres que se encuentran insertas en el mercado laboral -con excesivas 55 horas semanales-, sino también en las posibilidades de acceder a un empleo formal. De hecho, hoy más de un tercio (34,3%) de las mujeres en Chile señala no poder hacerlo por responsabilidades familiares permanentes, mientras que, entre los hombres, este porcentaje apenas alcanza al 2,8%. Y aun accediendo al mercado laboral, una parte importante de ellas se emplea bajo jornada parcial. Estas cifras son dramáticas y nos llaman a redoblar esfuerzos para reducir el subempleo horario y el empleo informal”.
Asimismo, desde ComunidadMujer plantean también medidas relacionadas a la conciliación entre las responsabilidades laborales y familiares o personales. La primera tiene que ver con la adaptabilidad de los tiempos de trabajo. Según el informe, para crear modalidades de trabajo flexible es necesario crear una cultura laboral compatible, para lo cual se hace necesario incorporar el derecho a los cuidados en las políticas de las organizaciones.
En todo caso, aún cuando se introduzcan medidas de flexibilidad, estas por sí solas no garantizan una mayor igualdad de género en la distribución del tiempo de trabajo, de acuerdo al análisis. “Al respecto, es importante considerar que hombres y mujeres utilizan el trabajo flexible de diferentes maneras, lo que conduce a diferentes resultados para el bienestar, el equilibrio entre la vida laboral y personal y la intensificación del trabajo. Un hallazgo recurrente es que las mujeres lleven a cabo más responsabilidades domésticas mientras trabajan de manera flexible, mientras que los hombres priorizan y amplían sus esferas laborales. En este sentido, las medidas complementarias de fomento a la corresponsabilidad en las tareas de cuidados no remuneradas constituyen una herramienta esencial para generar un cambio cultural sostenible en este ámbito”, dice Sepúlveda.
Relacionada con la anterior, una última medida que plantea el análisis de ComunidadMujer tiene que ver con implementar regulaciones laborales que promuevan la corresponsabilidad en los cuidados de personas dependientes. Lo anterior, dice el análisis, considerando que cuando no hay disposición para otorgar permisos para los cuidadores y cuidadoras, o bien las que existen son restrictivas, son las mujeres las que se hacen cargo y finalmente reducen sus horas de trabajo o abandonan el mercado laboral.
Con todo, el estudio asegura que si bien la reducción de la jornada laboral constituye un paso importante para alcanzar una organización equilibrada de los tiempos de trabajo, esta acción no sería suficiente para garantizar la igualdad de género en este ámbito. Por ello, el estudio menciona una serie de recomendaciones para ograr una mayor efectividad al respecto. Algunas de ellas son la necesidad de generar un diálogo social que busque reconocer el valor del trabajo de cuidados no remunerado, garantizar el equilibrio a la hora de negociar una adaptabilidad laboral para las mujeres y avanzar hacia la ampliación y equiparación de derechos parentales entre mujeres y hombres que apunten al ejercicio de una paternidad corresponsable.
Fuente: Pulso, La Tercera